EL ESCRITOR PUNTAL DE LA LITERATURA ÁRABE FUE ASESINADO EN JULIO EN 1972 POR EL MOSSAD
Ghassan Kanafani fue y sigue siendo, cinco décadas después de su asesinato, uno de los grandes puntales de la resistencia palestina. Este papel se le atribuye no solo por su labor política y fundacional en el movimiento nacionalista y el marxismo-leninismo palestinos, sino también porque sin su labor como defensor de las artes, de la cultura, y de la identidad palestinas, la reivindicación del retorno de un pueblo no significaría lo que significa a día de hoy.
Kanafani nació en Acre el 8 de Abril de 1936. Su familia se mudó a Haifa pocos años después. Allí, como otros cientos de miles de palestinos, un Ghassan de 12 años fue expulsado de su hogar a punta de fusil en la que se conocería como la Nakba, la Catástrofe, en el año 1948.
Cuando las fuerzas paramilitares sionistas entraron violentamente en las poblaciones, asesinando, expulsando, arrancando olivos y destruyendo cualquier símbolo de identidad o incluso de existencia del pueblo que las habitaba, Ghassan supo que la masacre no se había iniciado aquel día, sino décadas antes, en 1917, solo podía ser enfrentada con resistencia. Supo que la que más tarde sería recordada como la Catástrofe no terminaría a menos que fuese el pueblo palestino el que la forzase a terminar.
Como refugiado en Damasco, Kanafani trabajó incansablemente. Siendo adolescente comenzó a trabajar en una imprenta, a lo que después añadió el trabajo en un restaurante y el reparto de periódicos. Y mientras trabajaba de día, las noches las dedicaba a estudiar, formándose y desarrollando sus planteamientos políticos. Pero desde muy joven ya sabía que la cultura y la educación son los puntales que definen el futuro de la resistencia. En cuanto completó sus estudios de educación primaria empezó a trabajar como profesor en el campamento de refugiados. La identidad como pueblo era, y es, un tema estructural en la narrativa del exilio palestino. Este drama afecta particularmente a los niños y niñas que crecen ya como desplazados en los campamentos de chabolas. Kanafani descubrió que escribir relatos era una manera en la que podía ayudar a aquellos que crecían en el campamento a entender su situación como refugiados y como palestinos. En aquellos años como profesor Kanafani escribió infatigablemente para ayudarlos a entender y a forjar su identidad, mientras expandía su educación. A los dieciséis, habiendo completado sus estudios de secundaria, Kanafani obtuvo el certificado de la UNRWA que le permitía ejercer formalmente como profesor. Se estima que durante el periodo que vivió en Damasco estuvo a cargo de la educación de más de 1200 niños y niñas.
En el mismo año, en 1952, Kanafani empezó a estudiar Literatura Árabe en la Universidad de Damasco. En 1953, tras conocer a George Habash, se unió al Movimiento Nacionalista Árabe, cuyo proyecto panarabista, revolucionario y anticolonial llevó a la expulsión de Kanafani de la universidad en el año 1955, antes de que pudiese graduarse y presentar su tesis, “Raza y Religión en la Literatura Sionista”. Ya entonces Kanafani asumió que analizar la literatura sionista era una pieza fundamental para entender cómo el discurso de dominación imperialista y sionista empleaba mitos y ficciones para justificar la barbarie, cómo esos discursos se iniciaron, y cómo las mentiras fueron repetidas una y otra vez en obras literarias, con el objetivo de conseguir el apoyo de Occidente. De él se dijo que fue el primero en estudiar la literatura sionista de manera científica, el primero en entender la importancia que aquella tarea implicaba.
El extraordinario poeta Mahmud Darwish, para el que Kanafani fue una figura fundamental, escribió sobre él años más tarde: “Quizás el esfuerzo más importante de la investigación literaria de Kanafani sea consolidar las bases para el nacimiento del nuevo palestino, […] y acercarse al palestino consciente de las causas de su catástrofe, que comprende las condiciones del mundo árabe y conoce mejor la naturaleza de la entidad sionista a la que se enfrenta.”
A lo largo de su vida Kanafani publicó incontables artículos periodísticos, 57 relatos, y 17 obras largas, incluyendo novelas, piezas teatrales y ensayos. Su ensayo, “Sobre la Literatura Sionista”, publicado en 1967 y basado en su tesis, es una pieza clave para entender la justificación de la invasión sionista e imperialista en Palestina en la ficción literaria, desde un punto de vista de materialismo histórico, y la propagación de los discursos que defendían la supuesta legitimidad de la dominación de Palestina en occidente.
Profesor, periodista, activista, analista político, Kanafani produjo incansablemente, produciendo para revistas y periódicos a lo largo de los años, desde Siria, Kuwait y, finalmente, Beirut, ciudad a la que se mudó en 1960.
FUNDADOR DEL FRENTE POPULAR DE LIBERACIÓN DE PALESTINA
En 1967 se fundó el Frente Popular para la Liberación de Palestina, organización marxista leninista y antiimperialista, centrada en la lucha palestina y de la que Kanafani fue uno de los miembros fundadores y para la que fue elegido miembro del buró político.
El 11 de diciembre de 1967 se publicó el Documento Fundacional del FPLP. Dos años más tarde, el FPLP emitiría la “Estrategia para la Liberación de Palestina”, un programa político y manifiesto que determinaba que la resistencia era el único camino para el pueblo palestino. La resistencia en todas sus formas, encabezada por la lucha armada, llevada a cabo por un pueblo unido. Este documento, de más de cien páginas, se hacía eco de los principios del Documento Fundacional que el Frente Popular había emitido en 1967, y en el que Kanafani había jugado un papel fundamental, como autor ideológico tanto como documental:
“La consigna de nuestras masas debe ser la de resistencia hasta la victoria, arraigada en el corazón con los pies plantados en el suelo en un profundo compromiso con nuestra tierra. Hoy, el Frente Popular convoca a nuestras masas bajo este llamamiento. Este es el reclamo. Debemos repetirlo cada día, con cada bala, con la caída de cada mártir: La tierra de Palestina pertenece hoy a todas las masas.”
Ese mismo año, en 1969, Kanafani encabezó la compra del periódico que sería, y sigue siendo a día de hoy, el principal órgano de comunicación del Frente Popular: al-Hadaf (el Objetivo), del que fue editor hasta su asesinato en 1972.
Kanafani entendía que la lucha del pueblo palestino además de reivindicar el derecho al retorno, enmarcado por la lucha de clases, también debía ser una batalla por la identidad nacional palestina. Al-Hadaf se convirtió en un periódico que además de reivindicar los derechos de su pueblo, tanto en la Palestina histórica como en la diáspora, planteaba las cuestiones fundamentales para desarrollar la conciencia política de sus lectores. El alcance del periódico, con el apoyo del Frente Popular, recorrió el ancho y largo de todo el mundo árabe, planteando las bases teóricas sobre las que fundamentar la lucha que estaban llevando a cabo como pueblo.
Y, como supo ya de niño cuando escribía esos relatos para los niños en el campamento, la lucha de un pueblo no puede existir sin conciencia de clase, sin cultura, o sin identidad nacional.
Al-Hadaf, además de hablar de la vida diaria, de la vida en los campamentos, de cuestiones palestinas y del mundo árabe y de conflictos internacionales desde un punto de vista antiimperialista y anticolonial, se convirtió en uno de los principales motores culturales de todo el mundo árabe. Porque el pueblo palestino, allá donde se encontrara, seguía vivo. Y si perdían su lengua, su identidad, su cultura… entonces no quedaría nada que reivindicar.
El periódico tuvo secciones dedicadas al arte y a la literatura desde un punto de vista no solo cultural, sino también social y político. Una generación entera de artistas árabes, especialmente palestinos, se dieron a conocer gracias a la labor de Kanafani como editor de al-Hadaf. Algunos de esos autores de resistencia, hoy reconocidos internacionalmente, son Mahmud Darwish, Naji al-Ali, Tawfiq Ziad o Samih al-Qassim.
Pero el papel de Kanafani a la hora de reivindicar la literatura y el arte palestinos no se limitó en encontrar y dar voz a artistas emergentes. Escribió un sinnúmero de novelas, artículos y relatos, que reflejaban la vida que crecía a su alrededor. Kanafani entendía la supervivencia misma como un acto de resistencia, de belleza, y creó obras y relatos accesibles, no como intelectual elitista y alejado de la realidad, sino como literato que cantaba al dolor y la dulzura del día a día. Obras como “Um Sa’ad” son, y serán siempre, un referente cultural palestino. Además de crear, Kanafani analizó la literatura como método de resistencia en su obra “Resistencia de la Literatura”, y estudió los aspectos prácticos de la resistencia en sí misma con su ensayo “Literatura de la Resistencia”.
Kanafani es, a día de hoy, el mayor representante de la narrativa palestina del exilio. En su elegía, Mahmud Darwish dijo lo siguiente:
“[…]Kanafani llevó a cabo su famosa operación guerrillera: anunciando la presencia de la poesía en las tierras ocupadas, y se invirtió la relación dentro y fuera de los territorios ocupados de 1948. Dijo: «No hay poesía excepto en la tierra ocupada».
Lo que hizo Ghassan fue romper el asedio impuesto a las condiciones de los árabes en la tierra ocupada e iluminar cada lugar de firmeza practicado por el pueblo palestino allí. La poesía fue, y sigue siendo, uno de los medios de expresión y de resistencia más importantes en estos sitios…”
Por eso, sus palabras siguen vigentes. En sus artículos y ensayos denunciaba el imperialismo colonial, el sionismo racista, la complicidad de los gobiernos reaccionarios árabes. En sus novelas y cuentos infantiles, retrataba la miseria y la esperanza y daba fuerzas a un pueblo desmembrado a luchar por el futuro.
Kanafani fue asesinado por el Mossad el 9 de Julio de 1972, junto con su sobrina Lamis, de apenas 17 años, en el primer coche bomba que estalló en Beirut, destinado a acabar con actores clave de la resistencia palestina. Múltiples líderes palestinos fueron asesinados por el estado Israel, en crímenes que no estuvieron exentos de lo que se consideró no ser más que “daños colaterales”, cuando no fueron obviados por completo.
El asesinato de Kanafani fue celebrado por la presidenta del gobierno israelí de entonces, Golda Meir. «Hoy nos hemos liberado de una brigada ideológica armada, que solía representar una amenaza mayor para Israel que mil guerrilleros armados«, festejó.
Pero las calles de Beirut se llenaron en sus entierros. A su sobrina Lamis, Kanafani le había escrito un cuento infantil, “La Pequeña Lámpara”, por su octavo cumpleaños. Madres y padres les leen ese relato a los hijos e hijas que crecen hoy en los campamentos de refugiados.
Kanafani nunca levantó un arma de fuego. Su arma, su forma de resistencia, era mil veces más peligrosa. En sus propias palabras en el que quizá sea su obra más conocida:
“Um Sa’ad me ha enseñado mucho y casi puedo decir que, en las líneas que siguen, cada palabra brota de sus labios y de sus manos, de sus labios, que a pesar de los pesares, siguen siendo palestinos, de sus manos que desde hace veinte años esperan las armas.
Y, sin embargo, Um Sa’ad no es sólo una mujer. Si no encarnara en cuerpo y alma el sufrimiento de las masas, sus penas y cotidianas, no sería lo que es. Su voz es, para mí, la de esa clase de palestinos que pagaron caro el precio de la derrota y que hoy, bajo techos miserables y en la vanguardia de la lucha, siguen pagando aún más caro que todos los demás”.
Sus principios, abogando por la resistencia en todas sus formas, lo convirtieron en una luz capaz de iluminar el camino. Una luz que alcanzaba al pueblo palestino, allí donde se encontrara. En los territorios ocupados en la Palestina histórica, en Gaza y Cisjordania, en los campamentos de refugiados, en la diáspora. Unos principios que defendían la lucha armada como forma de resistencia, hasta recuperar los hogares que les fueron arrebatados a punta de fusil. Unos principios que reivindicaban la educación y la producción literaria, artística, musical, para que cuando los palestinos y palestinas recuperaran sus derechos y sus vidas tras décadas luchando con uñas y dientes, continuasen teniendo la definición de qué es lo que significa ser un pueblo.
BADAWI